Capítulo Uno: ¿Por qué la historia del Éxodo? Parte dos
By John Hayes
En cada lección del proceso de formación, estaremos buscando acompañar al Espíritu mientras
se mueve en nuestros contextos complejos. Por esta razón, vamos a estar muy cerca del texto
bíblico, especialmente al evangelio de Lucas y Los Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, también
seguiremos lecciones de la historia del Éxodo, la cual es la narrativa más larga y detallada en
toda la Biblia.
Pero, primero debemos preguntarnos, ¿por qué el Éxodo? ¿Por qué debemos estar tan cercanos a
un viaje tan lleno de dolor, desobediencia y fracaso?
Una razón es que los pioneros necesitan ejemplos de realidad histórica, no sólo planes esperanzados
en posibles teorías. A parte de esto, hay muchas razones por las que el Éxodo será un
mentor poderoso en nuestros esfuerzos apostólicos. Aquí enumero algunas:
- Moisés es el primer misionero bíblico entre los pobres.
- La historia del Éxodo es un viaje apostólico que inicia en los márgenes.
- Nadie es perfecto en este viaje de fracaso y perdón. Todos podemos relacionarnos con los personajes de la historia.
- Es un viaje de paciencia y procesos lentos que desarrollan carácter e identidad.
- Es una expresión del Reino de Dios al revés, en donde se humilla al imperio y se eleva a los pobres.
- Es una historia imperfecta de liberación que nos hace añorar la liberación perfecta
en Cristo. - Es una historia “nuestra” de relaciones reales, no una historia individual. Es el recuento colectivo de un pueblo que se convierte en luz para otros, no una historia de una “súper estrella” individual.
- Es una historia “al revés” donde la esperanza creativa utiliza los activos de la comunidad, no es un programa basado en la necesidad de caridad externa.
Preguntas para discusión:
- ¿Qué otras razones hay para que la historia del Éxodo sea un mentor poderoso para nosotros,
especialmente en el contexto donde estás comprometido? - ¿Has considerado la historia del Éxodo como una guía práctica para ministrar en formas
transformadoras en una comunidad?
Viendo de Cerca
Expandamos las razones presentadas arriba, que una historia con miles de años de antigüedad
puede vivir hasta el día de hoy como hierro que afila hierro para equipos pioneros.
Moisés como el Primer Misionero Encarnacional
Moisés es, simplemente, el primer misionero clásico de la Biblia. Sin embargo, podemos animarnos, como Cambio Interno, con el hecho de que él es el primer misionero entre personas que viven en pobreza. Su ejemplo de liderazgo es especialmente valioso para nosotros, ya que Dios le usó para dirigir un viaje de liberación para gente que era más que pobre. Los hebreos habían sido oprimidos y esclavizados por cientos de años. De la misma forma, estamos llamados a ser agentes de las buenas noticias en comunidades donde la gente no solo carece de recursos esenciales y han sido sistemáticamente oprimidos, muchas veces por generaciones.
Así mismo, es alentador que recordemos que Moisés tenía ochenta años cuando Dios lo llamó al ministerio. Podemos tranquilizarnos con el hecho de que, si Dios pudo usar a Moisés con sus fracasos pasados y edad avanzada, él puedo usarnos. Además, el hecho de que moisés fracasó miserablemente en ser un agente de cambio a sus cuarenta años nos recuerda que Dios no se rinde con la gente.
Dios usó a Moisés para dirigir a una multitud de gente a través de paisajes inhóspitos por cuarenta años. Seguramente, su historia tiene algo que enseñarnos.
Inicia en los Márgenes
Jesús anunció el inicio de su ministerio al citar al profeta Isaías:
“El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
a pregonar el año del favor del Señor.” (Lucas 4:18-19 NVI)
Jesús vino a buscar y salvar a los perdidos, pero no inició en medio de la sociedad. Él inició en los márgenes, a menudo con gente de necesidades muy profundas. Así mismo, la primera historia de liberación de Dios, el Éxodo, inició en los márgenes. La voz del mundo nos dice que las formas más grandes de creatividad inician con personas bien educadas que tienen tiempo y recursos ilimitados a su disposición. Con Dios no es así. Es importante que nos demos cuenta de esto. Cuando Dios está en su máxima expresión apostólica y creativa, moldeando a un pueblo para sí mismo, inicia desde los márgenes. Podemos ver esto, primero con los israelitas y luego con la iglesia.
A través de los años hemos visto mucho trabajo de asistencia y misiones que se enfocan en ayudar a que los pobres se pongan “al día” con el resto de la sociedad. No hay duda de que el palear necesidades y cerrar la brecha entre los pobres y los ricos es extremadamente urgente en nuestro mundo. Sin embargo, cuando trabajamos con gente necesitada, no podemos perder de vista la creatividad dinámica de sus propios recursos en las manos de Dios. Pueda que ante los ojos del mundo esos recursos no se vean más que como unos pocos peces y panes. Pero, bendecidos por Jesús, esos recursos pueden fortalecer a una multitud (Lucas 9:10-17).
Nadie es Perfecto
El Éxodo es una historia bastante sucia y humana. Es el recuento honesto de un viaje costoso de perdida y ganancia, fracaso y perdón. Leer la historia del Éxodo puede ser desalentador. Pero, a veces, el fracaso puede ser un mejor maestro que el éxito, y nos puede abrir a los propósitos más profundos de Dios. Años después de inventar el bombillo incandescente, y después de mucha prueba y error, Thomas Edison dijo: “no fracasé mil veces; el bombillo incandescente fue un invento que llevó mil pasos.”
Además, donde hay fracaso profundo, hay aun mayor potencial para un perdón mayor de Dios. Aprender del Éxodo nos ayuda a ser humildes y dependientes de Dios a cada paso del viaje, y a sustentarnos a largo plazo. También nos recuerda que debemos ser pacientes los unos con los otros.
Construcción de Carácter, Paciencia e Identidad
Hay un dicho que muchos de nosotros en Cambio Interno tenemos cerca de nuestro corazón: “Es bueno tener un final en el viaje que tenemos por delante, pero es el viaje en sí lo que importa al final.” Cuando los hebreos salieron de Egipto, es dudable que hayan esperado pasar caminando por cuarenta años. Los viajes transformadores tienden a tomar bastante tiempo. El ministerio encarnacional en los márgenes puede ser un proceso lento.
Imaginen qué cansados se sintieron los Israelitas al estar empacando y desempacando sus pertenencias constantemente, una y otra vez, año tras año. De la misma forma, habrá monotonía para nosotros; tal vez, aún más si eres alguien reubicándose (Relocator) y necesitas invertir mucho tiempo aprendiendo un idioma y cultura. Aprender un idioma lleva varios pasos y mucha repetición. Sin embargo, aun si eres alguien que se queda (remainer), regresa (returner), o reubica (relocator), el ministerio de plantar semillas en oración, cultivar nuevos creyentes, levantar líderes, y visionar proféticamente el cambio y trabajar por la justicia es un proceso cuidadoso y considerable que debe ser “una larga obediencia en la misma dirección” (como Eugene Peterson ya lo ha descrito). Con esto dicho, el viaje es emocionante y gratificante. Tenemos el privilegio de ver al Espíritu respirar vida en la gente, esperanza, capacidad en comunidades, y cambio en la sociedad.
Dios usa la rutina y disciplina de estos viajes para formar el carácter e identidad de la gente. El Éxodo es un ejemplo. El viaje de tres años que Jesús hace con sus discípulos es otro. El viaje ministerial hacia adelante no es sólo un puente que hay que cruzar para llegar a “la tierra prometida” de logros y resultados. No malentendamos, es importante viajar con un fin en mente. Pero Dios usa el proceso del viaje para marcar a su gente con la identidad de ser “peregrinos,” gente en el mundo, pero no del mundo, “anhelando una patria mejor, es decir, la celestial” (Hebreos 11:13- 16). Por esta y muchas razones, en Cambio Interno nos describimos como “peregrinos”.
El viaje del Éxodo fue largo y difícil. Un segundo aspecto importante es que el viaje se hizo a través de espacios abiertos y paisajes desérticos. Como pionero, trabajador en misión, tu día estará totalmente abierto en muchas ocasiones, especialmente al inicio. No tendrás la estructura y rendición de cuentas de ir a un lugar de trabajo y laborar de 9 a 5. Para quienes son independientes, esta libertad es comúnmente bienvenida como una invitación para la creatividad. Pero, para otros, quienes están acostumbrados a un ambiente laboral altamente estructurado, esta libertad puede ser muy retadora y confusa. Conocerte a ti mismo y ser honesto acerca de tu habilidad para ser pionero en “espacio abierto” es muy importante. Si eres independiente por naturaleza, o estas dispuesto a desarrollar esta cualidad como una habilidad aprendida, abrir brecha significa estar cómodo trabajando con mucha libertad, pero en consultoría constante con mentores de Horizontes.
Las Buenas Nuevas de Cristo
El libro de Jueces 2:10 describe con tristeza el resultado de la historia del Éxodo. Para el tiempo de la tercera generación, la Escritura dice: “También murió toda aquella generación, y surgió otra que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel.” ¿Cómo es posible que los nietos de esclavos liberados se olvidaran del Señor y los milagros increíbles que él hizo al llevarlos a la tierra prometida? ¿Cómo es que perdieron tan rápidamente el propósito de ser un pueblo escogido que sería luz para todas las naciones por todas las generaciones? Sin embargo, el fracaso no era culpa de la tercera generación únicamente. Cada generación tuvo dificultades con seguir el propósito de Dios a cabalidad. La primera generación, quien experimentó la poderosa liberación de la esclavitud y salió de la tierra de Egipto, no tuvo la oportunidad de entrar en la tierra prometida. La siguiente generación, bajo Josué, sí entró en la tierra prometida, pero no pudo pasar el legado de liberación y fidelidad de Dios a sus hijos.
Reflexionar en los sueños truncados y las promesas rotas de la historia del Éxodo nos ayuda a poner nuestros ojos en Jesús de una mejor manera y a apreciar la urgencia y plenitud de su viaje perfecto. De hecho, la historia del Éxodo no se puede entender sin las narrativas del evangelio, incluyendo los cuarenta días de ayuno en el desierto y la resistencia a la tentación del enemigo por parte de Jesús. Jesús no sólo proclamó las buenas nuevas, su viaje perfecto de vida era las buenas nuevas. Hebreos 12:1-2 nos exhorta diciendo: “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del
trono de Dios.”
Las Relaciones son el Corazón del Ministerio
No crean que el amor, para ser genuino, necesita ser extraordinario. Lo que necesitamos es,
amar sin cansarnos de hacerlo. -Madre Teresa
Nos enfrentaremos a dificultades, pérdidas, y algunas veces a múltiples crisis; y nuestra intimidad con Dios y unos con otros debe ser capaz de sobrellevar esto. Jesús nos dijo, con toda autoridad, que los mandamientos podían resumirse en amar a Dios y amar al prójimo como a nosotros mismos. Punto. El centro de la vida son las relaciones—con Dios y unos con otros. Como Nate Bacon dice frecuentemente y con poder, “Dios nos llama a los lugares abandonados del Imperio, a los aparentes basureros donde se ha desfigurado la preciosa imagen de Dios a través de los principados mortales del racismo, avaricia, exclusión, y una cultura del desperdicio que muele la cara del pobre hasta el piso.” Vivir en los márgenes no es fácil. Por eso, aún hay muchas más razones para mantener en nuestras mentes y corazones que Jesús está especialmente presente con “los más pequeños” que describe Mateo 25. La gracia abunda donde Jesús está poderosamente presente. Como nuestros amigos en Street Psalms (Salmos de la Calle) describen hermosamente: “La gracia es como el agua. Fluye hacia abajo y se acumula en los lugares más bajos.”
Este viaje requerirá lo mejor de ti, pero también sacará lo peor de ti. Las demandas relacionales
son muy altas cuando vivimos y ministramos en comunidades marcadas por la pobreza, en hacinamiento
con personas que viven en los márgenes. Aun así, debemos perseverar en poner a las
personas primero, y los programas y estrategias en segundo lugar.
Ministrar entre personas necesitadas es mejor cuando se hace en compañía de otros porque las demandas relacionadas pueden ser inmensas al vivir en estos contextos. Desde el inicio, en Cambio Interno hemos dicho que se necesita de una comunidad para alcanzar a la comunidad.
Por eso, el construir un equipo que incluye a otros miembros, voluntarios y socios no sólo ayuda a sobrellevar la carga, sino que también ayuda a que el Espíritu de Dios exprese lo que realmente significa ser el Cuerpo de Cristo. El Señor siempre busca extender el Reino y construir su iglesia a través de su cuerpo interdependiente.
Las personas apostólicas tienen la habilidad de “introducirse” en un contexto en los primeros
vulnerables años de cultivar un equipo pionero. “Caer como una semilla de trigo en la tierra”
significa que, para poder llevar fruto necesitamos priorizar “la tierra” a la que hemos sido llamados.
Por lo tanto, extender amistades más allá de este contexto debe ser secundario. Sin embargo,
secundario no significa no hacerlo.
Más de tres décadas de ministerio riguroso en los márgenes de la sociedad, alrededor del mundo,
nos ha enseñado que es importante valorar nuestra pertenencia a una tribu más grande—de
ser posible, una global como lo es Cambio Interno. Ministrar como parte de una orden misional
que es en parte equipo, parte familia y parte tribu nos ayuda no sólo a aprender unos de otros,
sino también a sostener nuestra inspiración a largo plazo. Por esta razón, invertir relacionalmente
a través de la red extendida de Cambio Interno puede ser revitalizante. Es de suma importancia
que se cultiven relaciones profundas a dos niveles, con mentores de Horizontes, y con
colegas que están abriendo brecha con nuevos equipos pioneros en distintos contextos. Quienes
hemos ministrado en Cambio Interno por más de treinta años, hemos experimentado lo que
significa ser familia los unos con los otros, tíos y tías de los hijos e hijas de otros miembros de
Cambio Interno.
Pensamientos Finales
“Pasa, o Señor Hasta que haya pasado tu pueblo, el pueblo que adquiriste para ti.” (Éxodo 15:16)
Dios invitó a Moisés, al final de su vida, a que subiera al Monte Nebo para conocerle y darle una
mirada a la tierra prometida. Fue un momento clave entre compañeros cercanos.
Dios usó la paciencia y liderazgo perseverante de Moisés para llevar al pueblo al umbral de la
tierra prometida. No se le permitió entrar. Pero tuvo el consuelo de saber que Dios continuaría
dirigiendo a los israelitas bajo el liderazgo capaz de Josué, un líder a quien Moisés levantó
fielmente. Moisés tuvo la oportunidad de pasar sus últimas horas en una forma muy única de
intimidad con Dios, algo que nadie a experimentado desde entonces. Además, Dios preservó es
intimidad al enterrar personalmente a Moisés en una localidad que sólo Dios conocía. Por esta
razón se escribió: “Desde entonces no volvió a surgir en Israel otro profeta como Moisés, con
quien el Señor tenía trato directo.” (Deuteronomio 34:10)
Así como con Moisés, habrá visiones de tierras prometidas que no veremos cumplidas en el ministerio
pionero. Sin embargo, pueda que nos demos cuenta de que nuestra fidelidad a lo largo del
viaje produjo frutos que ni siquiera soñamos. Moisés tenía 120 años cuando Dios le mostró que
su misión estaba cumplida. Él era alguien totalmente distinto a aquel misionero reacio que trató
de convencer a Dios de no usarle cuarenta años atrás en la zarza ardiente. Al final de su vida,
Moisés debió darse cuenta de que no era sólo el pueblo quien necesitaba un viaje afuera de Egipto.
Él lo necesitó, nosotros también.
Dios utilizó el viaje para hacer de Moisés una persona más integrada y mejor, con un caminar
espiritual más profundo que con el que inició. Si le dejamos, Dios hará lo mismo con nosotros.
Como Moisés, no seremos perfectos al iniciar una aventura misionera. Nos encontraremos en
un viaje de liberación y transformación mutua con el pueblo a quien Dios nos llamó.
Moisés y el pueblo estuvieron cuarenta años en el camino. El viaje llevó mucho más tiempo y se
convirtió en algo más grande de lo que imaginaron cuando empacaron sus cosas por primera
vez para salir de Egipto. De igual manera, con casi cuarenta años desde que inicié en el ministerio
en 1982, He aprendido que el cambio es costoso, a menudo lleva tiempo, y se hace paso a
paso “a un ritmo de caminar.”
South Central, Los Ángeles, noviembre de 1982
Durante mi primera noche en South Central, Los Ángeles, en la casa de una familia afroamericana,
desperté de forma abrupta a mitad de la noche. Era noviembre de 1982, y recientemente
me habían contratado como director de la Fundación STEP en la Ciudad de Los Ángeles. En
aquel tiempo, South Central era una de las comunidades urbanas más conocidas en los Estados
Unidos. Los medios presentaban una imagen negativa de este vecindario.
Yo era bastante escéptico hacia la perspectiva de los medios y quería experimentar la comunidad
personalmente, para así sacar mis propias conclusiones. No tenía carro, cuenta de banco, y
tampoco tenía mucho dinero. Pero, por alguna razón, experimenté el sentimiento de viajar ligero
como una experiencia liberadora. Además, no tener un vehículo durante esas primeras semanas
fue mi motivación para caminar quince cuadras hacia las oficinas de la Iglesia Bautista Monte
Sinaí, sobre la calle Main. Eso parecía ser una forma natural de aprender y explorar, y yo estaba
muy emocionado con esto.
Yo sabía que no había sido bien entrenado en Dallas (en las oficinas centrales de STEP) para
hacer ministerio en LA. No sé por qué esto no me preocupó más. Tampoco sé como explicar mi
entusiasmo en aquellos días. Estaba emocionado por aprender y tenía la expectativa de ser parte
de algo que fuera importante ante los ojos de Dios. Además, tenía un lugar para vivir, justo en el
corazón de la comunidad y, de forma instintiva, me sentía bien viviendo de manera encarnacional,
aún cuando no tenía ni idea de este concepto en aquellos días.
Durante esa primera noche, el sonido de las aspas de un helicóptero de la policía que sobrevolaba
el área me despertó alrededor de las 3 a.m. El “whup whup whup” de los rotores sacudió la
casa. Sentí que era como que si el helicóptero hubiese aterrizado sobre el techo. De repente, el
cuarto se inundó de luz con el fuerte brillo del reflector del helicóptero, el cual apuntaba hacia el
callejón que estaba justo afuera de mi ventana. El helicóptero maniobraba en un círculo bastante
cerrado una y otra vez, pero el rayo de luz estaba enfocado en una pequeña circunferencia de la
calle que estaba fuera de mi ventana.
Cuando veo en retrospectiva, me sorprende lo calmado que estaba y cuán rápidamente me volví
a dormir. Definitivamente, la policía estaba buscando a alguien en ese sector. Probablemente,
asumí que los helicópteros que sobrevolaban el área era una parte normal de la vida y ministerio
en el contexto urbano. Tal vez, varios eventos importantes sucedieron después de que no le
presté atención al reflector que brillaba afuera de mi ventana. Sin embargo, creo que la razón
para no reflexionar sobre mi despertar por causa de la luz era que yo estaba enfocado en lo que
venía, y lo que se suponía debía hacer. Yo creía que el ministerio era acerca de hacer algo, que no
era una cuestión de ser y, en ese entonces, no tenía a un mentor que me animara a reflexionar
sobre la acción.
Sobre enfocarme en mis actividades, me hizo perder de vista muchas cosas que me hubieran
dado una perspectiva ministerial más amplia y una mejor visión de mi persona. En consecuencia,
cometí muchos errores.
Casi cuarenta años después, me pregunto si con aquel reflector sucedía algo más que una
rara introducción al contexto urbano. Me pregunto si Dios estaba usando aquel reflector para
mostrarme que él podía encontrarme en cualquier lugar y que sus ojos siempre estarían sobre
mí. ¿Era aquella luz brillante un recordatorio de que, aunque “Ahora vemos de manera indirecta
y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara”? ¿Era a caso una confirmación
de que al final seremos vistos con una luz tan brillante y una experiencia tan llena que no tendremos
sólo un conocimiento parcial, sino que “conoceremos tal y como somos conocidos”? (1
Corintios 13:12)
Me veo como alguien afortunado al darme cuenta de que mi viaje ministerial ha sido tan largo,
transformador y rico en relaciones. Con una perspectiva adquirida por casi cuatro décadas, ahora
estoy más consciente de que “lo que importa es el viaje no el final”. Pero, me doy cuente que el
Señor del viaje es más importante aun que viaje en sí mismo y su final. Con el tiempo, me logré
entender y apreciar mejor las palabras del apóstol Pablo, “Es más, todo lo considero pérdida por
razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor.” (Filipenses 3:8)
Preguntas de Reflexión y Videos para Mirar
- ¿Qué partes de la historia del Éxodo te hablan a nivel personal? ¿Qué personajes son los que más te atraen para aprender de ellos?
- ¿Qué esperas poder ganar en este viaje? ¿Qué esperas poder
dar? - ¿Eres introvertido o extrovertido? Dios usa a ambos en el ministerio pionero. La clave es estar cómodo con tu verdadero ser al punto de que puedas enfocar tu atención en otros. ¿Cuál es tu capacidad relacional?
- Mire el video de Nate Bacon en inglés o el video de Karla Avila en español. ¿Cómo te animan sus historias?